5 cosas que te están haciendo menos inteligente

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Como escribió el periodista Andrew Sullivan hace un año: "Todos entendemos las alegrías de nuestro mundo siempre conectado -las validaciones, las risas, la información... Pero apenas estamos empezando a darnos cuenta de los costos." Evidentemente la tecnología puede producir conocimiento, puede servir para eliminar pobreza y hacer la vida más eficiente. Pero siendo en realidad neutra, también puede producir lo contrario, especialmente cuando, como todas las otras cosas en el mundo actual, está supeditada a una economía capitalista cuyo programa o paradigma es el crecimiento infinito, los indicadores estadísticos de ganancias y no la prosperidad y el beneficio real de las personas. El desarrollo tecnológico tiene como prerrogativa generar más ganancias, por lo cual se diseña y se programa la tecnología para enganchar a los usuarios. Los ingenieros y diseñadores de Google, Facebook, Apple, Amazon y demás, reciben sueldos por hacer productos que capturen la atención de los usuarios, sin reparar en los efectos que esto tiene a mediano o largo plazo en el cerebro de los usuarios.
En un artículo previo muy completo que permite entender cómo la tecnología digital ha creado "una economía de la atención", expusimos como esta economía se sostiene apelando al sistema de dopamina del cerebro. La dopamina es el neurotransmisor que está involucrado en el circuito del placer en el cerebro, pero no es producida por el placer mismo, sino por la anticipación del placer o recompensa por una acción. Lo que nos motiva a hacer cosas y mantener hábitos es justamente esta promesa de recibir placer de alguna acción y esto se incrementa -se genera más dopamina- cuando existe una incertidumbre de sí vamos a recibir la recompensa por el acto o no (lo que un biólogo ha llamado "la magia del tal vez"). Esto es exactamente lo que hace tan adictivas las máquinas tragamonedas de apuestas, los casinos y la tecnología digital. Cada vez que checamos nuestros teléfonos, entramos a nuestro mail o hacemos un scroll down en el newsfeed de Facebook sentimos una descarga de dopamina al anticipar un posible placer -ver una foto increíble, un mensaje de alguien que queremos, una noticia que nos interesa son similares a ver unas de esas cerezas que aparecen en una máquina tragamonedas.
El tema con esto es que la dopamina es importante para todo tipo de motivación, concentración y voluntad. Más allá de que estemos perdiendo el tiempo, estamos también formando hábitos que se van reforzando y haciendo más difícil controlar nuestra atención o hacer cosas que no presentan una clara posibilidad de recompensa inmediata. Es por esto que muchos hábitos ligados a esta seducción mediada por la dopamina nos están haciendo menos inteligentes -y hay estudios que lo comprueban.
A continuación cuatro hábitos que tienen que ver con este sistema de dopamina (pasar mucho tiempo en Facebook o en Instagram y demás; dependencia a un smartphone; ver porno en línea; procrastinar o postergar actividades que no nos dan esa descarga de dopamina inmediatamente) y un acto que en su negación impide que vayamos en contra de esta dependencia que coarta nuestra inteligencia).
Tu "smartphone" no sólo consume energía eléctrica, también consume tu inteligencia
El smartphone es seguramente el invento tecnológico más exitoso de la historia.  Se promociona globalmente como un teléfono inteligente, pero contradictoriamente, ya que estudios muestran que el sólo hecho de estar en el mismo lugar que tu teléfono, drena tu capacidad mental.  Un estudio sumamente relevante publicado en el Journal of the Association for Consumer Research, midió a personas realizando diferentes tareas cognitivas con su teléfono prendido, apagado, con el teléfono la distancia,  y en diferentes modos para determinar como afecta esto su desempeño. Los investigadores concluyeron que el smartphone  produce lo que llaman "brain drain", drenaje cerebral, "al ocupar la capacidad limitada de recursos cognitivos con el propósito de control de atención". En otras palabras, la sola presencia del teléfono -el cual otro estudio muestra tocamos en promedio más de 2,500 veces al día- nos distrae, consume algo de nuestra atención. Esto tiene una clara lógica, ya que teoría cognitiva mantiene que siempre estamos rodeados de información significativa; pero nuestra capacidad de usar esta información depende de la capacidad que tengamos de atender a ella. Los investigadores utilizan el término  "memoria de trabajo" o memoria disponible, que es el sistema cognitivo que permite "soportar cognición compleja al activamente seleccionar, mantener y procesar información relevante a una tarea". Esta memoria refleja nuestros recursos de atención y si nuestra atención está dividida pierde poder, de la misma manera que una computadora pierde RAM cuando está realizando numerosas actividades al mismo tiempo.
Los investigadores también notaron que estar en presencia de tu teléfono celular afecta lo que llaman "inteligencia fluida", la cual es la capacidad de resolver problemas nuevos, o de responder a desafíos en el presente que no tienen una relación directa con información almacenada.
Es importante notar que el estudio notó que un teléfono afectan la inteligencia de una persona, aún cuando no esta conscientemente haciéndole caso al mismo. Se notó una mejora en los resultados cognitivos cuando la persona es separada de su teléfono, pese a que estudios previos sugerían la existencia de una ansiedad por la separación.
Pasar mucho tiempo en redes sociales
Aunque no existe un estudio tan contundente como el que citamos anteriormente, existen claros indicios que pasar mucho tiempo en Facebook, Instagram, Twitter y demás afecta nuestra inteligencia. Por una parte habituando nuestro sistema de dopamina a activarse ante la promesa de intermitentes y efímeras recompensas. Por otro lado también Facebook y otras redes sociales han creado lo que se conoce como la cámara de ecos y la burbuja del filtro. Esto es un loop o un circuito cerrado de información que solamente refuerza lo que ya de entrada nos gusta -el algoritmo de Facebook funciona dándonos más de lo mismo, de lo que le hemos avisado nos gusta. Aunque esto puede ser muy placentero, tiene el problema de que evita que nos enfrentemos a información que desafía nuestras creencias preestablecidas. Esto es un semillero de fundamentalismo y conformismo intelectual. El algoritmo de Facebook, por este reforzamiento de los prejuicios y por la abundancia de las "fake news", actualmente está siendo discutido seriamente como un problema para la democracia. Las otras redes sociales no se salvan, ya que han copiado en gran medida este reforzamiento de lo que te gusta. Pasar mucho tiempo en redes sociales como Instagram por otro lado, está asociado a la depresión y ansiedad social. De manera general podemos concluir con la autora, Nancy Collier, que nos estamos haciendo "adictos a salirnos del momento. Nos distraemos de dónde estamos”. Ya sea checando el newsfeed de una red social o constantemente checando nuestro teléfono para ver si tenemos notificaciones, lo que opera, sin que nos demos cuenta muchas veces, es una neurosis ante la realidad presente inmediata que se desdobla como una necesidad de entretenernos con algo, generalmente con un medio digital que nos permite no tener que observar nuestro estado mental, emocional y físico.
Ver mucho porno
La pornografía en línea es la esencia de cómo funciona lo que ha sido llamada "la dopamina digital", la droga de la era de la información. Nos presentan casi infinitas opciones que prometen satisfacer nuestros más puros y duros deseos sexuales -pero lo hacen solamente con el simulacro de la acción, aunque esta sea sumamente realista. En otras palabras, tener sexo, es substituido por ver porno -es casi lo mismo, pero no igual. Con el porno, además podemos ensayar este seudo-sexo con numerosas personas, y con mujeres u hombre con los cuales difícilmente podríamos hacerlo en la vida real. Los sitios de porno sirven un enorme menú de opciones , con contenido a la medida, siempre actualizándose, lo cual sugiere al usuario la posibilidad de encontrar las escenas que finalmente lograrán satisfacer su fantasía. Pero el deseo no tiene final. Y siempre habrán otras escenas y otros momentos de excitación vinculándose a esas posibilidades, lo que crea un ciclo de adicción.
El sitio You Brain on Porn hace una buena descripción:
No hay forma de que un usuario viera 300 vaginas antes de salir de la cama en la mañana, si sólo tuviera  una revista, o incluso una mujer. La pornografía constantemente novedosa es excitante. Su cerebro descarga dopamina con cada nueva imagen, incluso mientras que apaga algunos receptores neurales. Empieza a valorar su profuso panorama de vaginas por sobre los estímulos en 3D....
Un usuario describe lo que sucede:
¿Cómo podrías estar sintetizando un orgasmo basándote en docenas de fotos? Estás siempre buscando ese cuadro único... tomas unos 100 entre los cuales estás seguro va estar con el cual llegas al final. Pero aún así no terminas. Veinte segundos antes pensabas que esta imagen era la más sexy que jamás habías visto, pero vuelves a renovar tu cacería por otra imagen, aunque ya vas a llegar tarde al trabajo.
El problema con esto es que no sólo perdemos el tiempo, trastornamos nuestras relaciones en la vida no-virtual o hacemos más difícil poder tener relaciones. Y, todo esto tiene efectos cognitivos: un estudio notó que ver porno hace que se reduzca la materia gris del cerebro.
Procrastinar
Aunque recientemente han aparecido artículo en múltiples medios en los que se señalan los beneficios de procrastinar, es evidentemente para cualquier persona que tiene el hábito de postergar cosas que quiere hacer, que esto no sólo afecta la productividad sino en general el nivel de bienestar y satisfacción personal. Evidentemente el extremo de nunca relajarse y conflictuarse por cualquier cosa que no cumplimos, es también dañino -la inteligencia está en la disciplina pero también en la flexibilidad.  De cualquier manera el constantemente procrastinar evita el cumplimiento de tareas que pueden no sólo beneficiarnos económica o creativamente, sino mejorar nuestra inteligencia. Generalmente las cosas que procrastinamos son las que nos cuestan trabajo y no presentan una fácil recompensa -evitar el dolor y buscar el placer impiden nuestro crecimiento. Cosas como aprender idiomas o instrumentos, emprender proyectos como escribir un libro o formar un organismo para ayudar a las demás personas aumentan nuestra inteligencia, pero solemos procrastinarlas.
El profesor de la Universidad de Toronto, Jordan Peterson, tiene una especie método altamente efectivo para dejar de procrastinar, el cual puedes consultar aquí.  Según Peterson la forma en la que un individuo crece realmente es enfrentándose a las cosas a las que le tiene miedo, por lo cual es fundamental empezar a dejar de hacer las cosas que sabemos que nos hacen daño y comenzar a hacer las cosas que sabemos que nos hacen bien (y nos llevan a nuestra meta) pero nos cuestan trabajo o nos dan miedo. Es útil saber que clínicamente se ha encontrado que enfrentar estas cosas fortalece a una persona, y esto desbloquea su potencial y presenta la posibilidad de realmente superar todo aquello que actualmente nos hace sufrir. Realmente no sabes en quién puedes convertirte si empiezas a aprovechar tu tiempo y a invertir en ti mismo.
No ayunar intermitentemente
Ayunar, ya sea dejar de hacer ciertas comidas pero también hacer ayunos o detox digitales, es la forma de contrarrestar la inercia de los hábitos de pérdida de atención y voluntad ligado a un sistema de recompensas de dopamina digital. Pocas personas hacen ayunos, pese a que, en caso en los que no se tienen ciertas enfermedades (en cuyos casos puede ser peligroso y se debe consultar a un médico antes), se ha demostrado que dejar de comer por 12 o más horas produce un estado de ketosis o cercano a la ketosis que mejora la cognición.
Uno de los pioneros en el estudio de los ayunos intermitentes, el Dr. Mark Mattson, mantiene que el ayuno intermitente funciona similar al ejercicio y de hecho tienen beneficios parecidos.  El ayuno coloca al cerebro en un estado de estrés moderado equivalente a un evento que lo coloca en un reto, y por el cual se activan patrones de adaptación al estrés. Este estado de reto incrementa lo que se conoce como factores neurotróficos o neurotrofinas, una familia de proteínas que promueven la sinaptogénesis y la neurogénesis, es decir, mejor las conexiones y ayudan al crecimiento de neuronas. En cierta forma el ayuno intermitente genera los mismos beneficios que someter al cerebro a retos como tocar un instrumento musical o aprender un idioma nuevo. Según Valter Longo ayunos más prolongados podrían beneficiar al sistema inmune.
El otro beneficio importante de realizar ayuno de alimentos y ayunos o periodos en los que nos desconectamos, es que desentrenamos a nuestro cerebro a sólo motivarse cuando tiene una clara recompensa, cuando siente la descarga de dopamina que le hace pensar que va recibir placer. Nos entrenamos a ser capaces de no recibir placeres comunes y efímeros orientándonos a metas más significativas. De alguna manera nos liberamos de esta tendencia a sólo actuar por la promesa de recibir algo a cambio, nos volvemos más estoicos y menos hedonistas.

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