Sobre las limitaciones del ser humano y de las razas que las provocaron - David Topí
davidtopi.com
Empezamos
un tema complementario, y más que interesante, respecto a los últimos
artículos, donde hemos explicado las funciones principales de dos de los
cuerpos sutiles que marcan una gran parte de la manera en la que
dirimimos con nuestra experiencia terrenal. Ahora, en las próximas
semanas, vamos a trabajar algunas funciones de la psique que nos van a
ir dando una comprensión cada vez más profunda de cómo el cuerpo
emocional, y el cuerpo mental, se combinan, de forma única, para poder
dotar al ser que somos del entorno en el que experimentar la vida, con
sus potenciales y con sus limitaciones. Hoy, como introducción, daremos
una explicación del por qué de esas limitaciones impuestas en nosotros y
su origen.
Capacidades latentes a la espera de ser despertadas
Cuando
el ser humano, el cuerpo físico que usamos, fue manipulado
genéticamente hace muchos miles de años, para propósitos que muchos de
vosotros ya conocéis o intuís, fue dotado del potencial latente para
también llegar a cotas muy altas de desarrollo evolutivo por las leyes
del balance, del equilibrio y de los procesos que rigen la vida en la
Creación. Es decir, no se puede crear o destruir algo del todo sin dejar
latente la posibilidad de que aquello que se crea o se destruya pueda
revertirse, sea con un cierto esfuerzo, trabajo o ayuda, pero siempre ha
de estar latente la posibilidad de que pueda producirse un proceso de
transformación que dé la vuelta por completo a aquello que ha sido
limitado. En este caso, lo limitado, fue el potencial humano, a través
de su vehículo físico, emocional y mental, pero no eliminado, por lo
tanto, en todos y cada uno de los seres humanos está latente el
potencial infinito de todos los niveles que nos componen.
A
nivel físico, el ser humano tiene ADN que podría despertar capacidades
literalmente “sobrehumanas”, ya que poseemos ADN, de muchas razas,
“dormido” en nosotros. A nivel de cuerpo emocional y mental, tenemos
potenciales también latentes que podrían darnos un dominio de la
estructura de la realidad y un control de la misma, que ahora no
tenemos, y que están en proceso de ser, igualmente, en algún momento,
activados.
Una guía interior para el proceso
En
este caso, el despertar y reversión de las limitaciones que se
impusieron a nuestra especie cuando el cuerpo físico que usamos, y las
estructuras mentales y emocionales que tenemos, fueron adaptadas a las
necesidades de aquellos “dioses de la antigüedad” (las diferentes razas
que intervinieron en las sucesivas modificaciones de nuestro cuerpo),
requiere del trabajo interior de cada persona, guiados por la parte de
ellos que es consciente de esas limitaciones, y que conoce aquello que
debe ser modificado, despertado o sanado, para que este proceso se ponga
en marcha. Es por esa razón que ya explicamos en el artículo sobre “quién detona los cambios en mi”,
que es nuestro ser, nuestro Yo Superior, y partes de nosotros que, por
derecho propio y diseño de la estructura multidimensional de aquello que
somos, son los encargados de ir dando los pasos e ir moviendo los hilos
para que, desde lo más profundo e intangible, hasta lo más físico y
externo, esta transformación se vaya dando.
Es
evidente que no hay demasiadas personas, en estos momentos, que estén
preparadas para revertir todos aquellos cambios y limitaciones sufridas
en su totalidad, algo que sería un proceso relacionado con la escala de
“tipos de hombres” de la que hablaba Gurdjieff, pero eso no quiere decir
que no estemos, consciente o inconscientemente, listos individualmente
para revertir aquello que pueda ser revertido, y para lidiar con las
limitaciones impuestas a cada ser humano por el sistema de control en la
justa medida en que las capacidades y estado evolutivo actual de cada
uno lo permita.
Toda limitación, obstáculo o bloqueo tiene una razón evolutiva
Como
a todos los seres humanos, se nos bloquea siempre en la medida en la
que el sistema percibe que somos un peligro potencial de una u otra
forma, cosa que luego sirve, a nivel evolutivo, para que cada uno de
nosotros sane sus propios bloqueos y limitaciones, y eso nos haga crecer
como personas. Así, mientras que se permite inicialmente que se
instalen y se lleven a cabo esas manipulaciones en todos nosotros (o por
leyes y procesos que posiblemente no lleguemos a comprender aún se
permitieron en su día), siempre es para que sirvan para detonar procesos
de cambio interior que nos lleven a cada uno a expresar lo mejor que
tenemos dentro.
Cuatro grandes razas en control
En
estos momentos hay básicamente cuatro razas que están gestionando la
vida en la Tierra, y que la mayoría de nosotros conocemos con los
nombres de Dracos, Anunnakis, Mantis y una especie insectoide que tienen
un nombre que se parece a algo así como “Zul” (cuando lo oyes
fonéticamente). De ellos dependen legiones de otras subespecies menores
que tienen también diferentes formas de insectos en su mayoría, y
además, de ellos dependen también lo que solemos llamar “sombras”,
“entidades negativas menores” o que yo suelo catalogar como entidades
interdimensionales por su facilidad para moverse entre planos
frecuenciales.
Estos “sub-alternos” provienen de
los planos no físicos de sus respectivos planetas de origen (los de las
cuatro grandes razas principales), y vinieron aquí para conquistar y
obtener recursos para su existencia. En estos momentos, nuestros mayores
oponentes son los Dracos. Son una raza antigua que llegó aquí de Alfa
Draconis y son los que manipularon al troodon, de donde se inició todo el proceso de manipulación genética que terminó en el homo sapiens.
En la película “El Ascenso de Júpiter”, podéis ver algunas de estas
razas, pero las tenéis básicamente en todas las series de ciencia
ficción, e incluso dibujos animados. Tal y como lo entendemos, no son
físicos como nosotros, pero están dentro del rango frecuencial de lo que
llamaríamos el plano etérico, algo que, en algún momento también
tendremos que estudiar, para que comprendamos mejor la estructura de
nuestra realidad.
Estos Dracos tienen todo el
sistema de vida en la Tierra bajo su control, y, como tal, son los más
peligrosos. Son las serpientes, reptoides y dragones “negativos” que
muchas personas ya ven abiertamente, en visiones y percepciones, aunque
pueden adoptar cualquier forma, y están en nuestra literatura,
simbología y mitos desde hace miles de años, pues siempre han estado
entre nosotros (no tenéis más que ver la escultura que hay en una sala del Vaticano
que los muestra, como una representación del poder que tienen sobre las
instituciones que existen en nuestra sociedad). Si ahora nos atrevemos a
hablar abiertamente de ellos es porque hay una cantidad cada vez mayor
de personas que, por los cambios internos en ellos, y por los cambios en
la estructura y frecuencia del planeta, están empezando o llevan tiempo
percibiéndolos o sintiendo su presencia, y, como tal, es necesario
darle validez para contrarrestar el control de daños y desinformación
que trata de ridiculizar y mantener esto bajo control y sin salir a la
luz. En todo caso, la raza draco sabe manipular muy bien la parte mental
y emocional del ser humano, esto último algo que ellos no tienen,
emociones, y por lo tanto siempre serán fríos, arrogantes, con
sentimientos de superioridad, etc., hacia nosotros, de ahí que os haya
explicado con varios artículos como funciona el envenenamiento mental y
la manipulación de la psique para que podáis comprenderlos mucho mejor
llegado el caso.
Comprendiendo mejor el tablero de juego
Para
finalizar, simplemente quedémonos en que es necesario comprender un
poco mejor a todos los jugadores que forman parte de esta experiencia
terrenal que llamamos vida, en estos momentos de transformación profunda
de todos nosotros, de nuestro planeta, de nuestro sistema evolutivo, ya
que es lo que nos permitirá transcenderlo, y llegar a otro nivel, donde
las cosas serán muy diferentes, y donde mucho de todo esto que ahora
estamos contado quedará como parte de las experiencias vividas en uno de
los cursos evolutivos por los que todos vamos pasando, y que sirvieron
para, precisamente, que poco a poco fuéramos todos pasando de grado.
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