Niveles de consciencia imbuidos de la personalidad a la mónada
Raramente
ninguno de nosotros tiene la oportunidad de ponerse a ver que sucede en
el interior de su psique con la suficiente claridad como para detectar
cada uno de los programas que, automáticamente, detonan la creación de
las formas mentales que traen a existencia nuestra propia realidad
personal. Las experiencias de introspección y el esfuerzo que nos
requiere estar atentos mediante una parte de nuestra consciencia a lo
que sucede en el resto requieren de, al menos, unas ganas de
comprendernos a nosotros mismos más allá de lo básico y obvio, y que no
se disipen con el tiempo al no conseguir resultados pronto.
Imaginaros
por un instante que pudierais ver con claridad, desde un punto de
observación elevado, todo lo que se cuece en todo momento en el
interior de vuestra psique. ¿Que nos encontraríamos en las profundidades
de la misma?
Muchas voces en la cabeza
Primero,
os daríais cuenta de que hay muchas voces en la cabeza. Uno empieza
comprendiendo que se trata de los múltiples Yos que forman la
personalidad virtual que tenemos, producto de la fragmentación del
programa ego por cuestiones de programación, supervivencia y adaptación,
pero cuando los has unificado todos, y solo queda en la superficie de
tu esfera de consciencia un “yo” único, el que hace tiempo me dio por llamar el “yo del ser”,
pero siguen habiendo voces, o partes de ti que se hablan entre ellas,
significa que aun hay que ahondar más profundo para ver que otras cosas
se mueven por ahí.
Así, apoyados por la conexión
con el punto central de nuestra esfera de consciencia, donde se
encuentra la entrada hacia la consciencia de nuestro Yo Superior,
podemos situarnos como observadores del resto de cosas, y lo siguiente
que uno ve son la cantidad de energías que mueven y generan los patrones conductuales grabados en el tablero rúnico de la mente,
ubicado en el cuerpo calloso, y que, como ya habíamos mencionado
anteriormente, contiene toda la base de nuestra conducta y carácter, grabando y borrando comportamientos en base a lo percibido,
aprendido, inculcado, estudiado, etc., del mundo que nos rodea. Uno
puede percibir la “voz” de la runa donde tiene registrado el patrón de
la duda, por ejemplo, de la impaciencia, de la amabilidad, etc., cómo se
manifiestan a medida que van siendo activados por los procesos
energéticos que involucran al programa ego, a las esferas mentales, al
patrón conductual y finalmente, a la esfera de consciencia.
¿Quien soy yo?
Lo
interesante es que mientras tu eres el observador y no te dejas llevar
por esas formas mentales que conforman las múltiples capas de tu
personalidad, puedes conocerte a ti mismo y saber quien eres, ya que, si
el Yo del Ser se auto observa, y ve que no es su carácter, que
no es sus comportamientos, que no es su ego, que no es su personalidad,
entonces descubre, y puede asustarse, ante la pregunta de, entonces
“¿yo quién soy?”.
Desde esa posición, lo primero
que asalta es una terrible visión de que no eres nada de lo que te
define en el mundo, pues puedes verte separado de ello. Puedes ver todos
los patrones de comportamiento con los que la gente de tu alrededor
define tu carácter, cuando alguien dice que eres así y asa, cuando
alguien describe tu forma de ser, y, sin embargo, es falso, no eres eso,
pues lo estás viendo separado de ti como unos procesos automáticos que
están dándose “ahí” en partes de ti que no son tu. Tras el primer susto,
entonces miras hacia otro lado, si no soy todo lo que me define en el
mundo exterior como el personaje que muestro, la respuesta estará en
otro lado. Miras hacia tu Yo Superior, es decir, desde tu posición como
el Yo del Ser en la superficie de la esfera de consciencia miras hacia
“dentro”, hacia lo que percibes como lo más elevado y profundo de ti,
pero tampoco, en estos momentos eres exactamente eso, ya que puedes
identificarlo como algo también separado en lo que no has terminado de
imbuirte por completo totalmente, aunque estemos dando los pasos para
ello. Pero ya nos vamos acercando a una respuesta más clara que nos va
dando más tranquilidad. Vemos que somos, como observadores, en estos
momentos, un punto intermedio entre lo artificial de nuestra
personalidad egóica, y lo elevado de nuestro ser.
La partícula primordial
Pero si uno va más lejos, tiene otro punto de referencia que se abre paso, si primeramente se le ha reconocido y atraído hacia la dimensión física,
a lo que llamamos nuestra esencia, nuestra mónada, nuestra chispa
divina. Eso si que es sublime. Como la seguimos percibiendo como
externa, entonces sigo estando en un punto de observación equidistante
que me hace darme cuenta de los diferentes niveles de conciencia que
existen en mi. ¿Cual elijo? Depende del nivel evolutivo de cada uno, de
como se haya trabajado el sistema energético para imbuir y soportar la
energía de una consciencia u otra, de cual “limpio” y bajo control están los procesos de la consciencia artificial y del ego, etc.
Cuando escribí el artículo “ábrete corazón”,
fui pura “esencia”, pues mi mónada tomó el control de todo mi vehículo
físico y energético durante un tiempo, y mi visión del mundo era la
visión de la partícula primordial que nos define a todos como parte de
la Creación y como parte de la Fuente. Cuando se retiró a una posición
de presencia pero de no control, dio paso a sentirme mi Yo Superior, mi
ser, siendo mis ojos y mi carácter los ojos y el carácter de esa otra
parte de mi, cuando ambas partes cedieron de nuevo el control del
conjunto a la personalidad, volví a ser el Yo del Ser, pero ya
percibía con mayor claridad al programa ego, a los patrones, arquetipos y
programas de las esferas mentales, y a todo lo grabado en las runas de
mi patrón conductual como algo “superpuesto” y no real en aquello que
somos.
Tres diferentes estados de consciencia,
como mínimo, que todos podemos llegar a experimentar y que nos dan
muchas claves de diferentes niveles a los que podemos acceder, a medida
que se va desmontando todo aquello que no somos, para poder ver aquello
que si somos, y que, en ocasiones, nos den destellos de cómo se percibe
la realidad desde estos diferentes puntos de vista, como nos percibimos a
nosotros mismos siendo pura esencia, siendo puro ser o siendo pura
personalidad.
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